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Umberto Eco y Harper Lee nos dejaron

por ACESCRITORES
Umberto Eco, en una imagen de archivo. John Downing (El País)

Umberto Eco, en una imagen de archivo. John Downing (El País)

El pasado día 19 de febrero nos deja una doble necrológica en el mundo de las Letras, que se transforma en profundo vacío en el mundo en general por la cantidad de lectores huérfanos que dejan: fallecen Umberto Eco y Harper Lee, autores de El nombre de la rosa y Matar un ruiseñor respectivamente.

Umberto Eco, uno de los diecisiete intelectuales del Foro de Sabios de la UNESCO y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación en 2000, murió a los 84 años en su casa de Milán. Si bien para el gran público su nombre siempre estará ligado a la novela que dio título a la famosa película del mismo título, dirigida por Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Sean Connery, Eco fue mucho más que eso: descrito por muchos como «humanista total», el autor de Baudolino, El péndulo de Foucault y La isla del día de antes fue también filósofo, periodista y profesor y está considerado padre de la semiótica: su Tratado de semiótica general (1975), fue obra de referencia en todo el mundo. Son numerosos también sus ensayos sobre estética medieval, lingüística y filosofía. En sus últimos años de vida compaginó su actividad académica y literaria con conferencias, coloquios, debates y colaboraciones en los medios de comunicación. Era miembro de la Legión de Honor francesa desde 1993; en 2004 había sido galardonado en Salzburgo con el premio austríaco de Literatura Europea por toda su obra, y era Doctor honoris causa por más de 25 universidades, entre ellas, la Complutense de Madrid, Tel Aviv, Atenas, Varsovia y Berlín.

Harper Lee en una imagen reciente

Harper Lee en una imagen reciente

Frente a lo prolífico de Umberto Eco, la escritora estadounidense Harper Lee sólo fue autora de la célebre novela Matar a un ruiseñor, hasta que recientemente apareció otra novela suya, Ve y pon un centinela, en la que continúa la historia de algunos de los personajes de la anterior. Murió a los 89 años de edad en Monroeville, el pueblo del estado de Alabama donde residía y donde había nacido y vivido la mayor parte de su vida.

Michael Morrison, presidente de Harper Collins, la definió como una mujer brillante que desprendía «jovialidad, humildad y amabilidad» y decidió vivir alejada de la vida pública, rodeada de libros y de unas cuantas personas cercanas a ella. Matar a un ruiseñor se convirtió inmediatamente en obra clave de la literatura sureña de Estados Unidos: en ella abordó su autora, hace más de medio siglo, temas que hoy siguen de plena actualidad como el racismo, la tolerancia y la justicia. Desde que se publicó por primera vez en 1960 se han vendido más de cuarenta millones de ejemplares, ganó el Premio Pulitzer en 1961 y su lectura es obligatoria en el sistema educativo estadounidense. A modo de paralelismo con Eco, fue también llevada a la gran pantalla: en 1963, bajo la dirección de Robert Mulligan y protagonizada por Gregory Peck.

Pese a la enorme popularidad que obtuvo después de ganar el Pulitzer y gracias al éxito de la película, Lee decidió regresar a su pueblo y abandonar la literatura: a partir de entonces dejó de conceder entrevistas. Pero tras casi cincuenta años de silencio a comienzos de 2015, la editorial Harper Collins anunció la publicación de Ve y pon un centinela, cuyo lanzamiento estuvo rodeado de una gran polémica: algunos medios aseguraban que no era una secuela sino el borrador original que Lee trató de publicar en 1957 y que terminó convirtiéndose en Matar a un ruiseñor con las correcciones sugeridas por su editor. Se dijo también que este segundo libro se descubrió en 2011 y no en otoño de 2014, como anunció en su momento Harper Collins.

A pesar de su ostracismo Harper Lee era una autora querida que contaba con una legión de admiradores y su obra ha llegado a ser un libro imprescindible en la vida de muchos lectores. Un libro narrado desde la inocencia que es un canto a la justicia y a los que luchan por ella.

Maestros, colegas, Umberto y Harper: descansen en paz.

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