Por: Fátima Frutos
3 de julio de 2016
MARIO EN EL CORAZÓN
Foto deMario Zunsarren y su mujer Maite
Escribo estas palabras en medio de la conmoción y el llanto por la repentina muerte del escritor Mario Zunzarren. No sólo un autor navarro de primera categoría que cultivó poesía, narrativa, ensayo, y que fue un fuera de serie como articulista, sino además un ser humano excepcional en todos los ámbitos, que siempre se acordaba de la gente que padecía sufrimientos.
Aún recuerdo que fue de las pocas personas que se interesó por mí cuando en medio de mi convalecencia, tras una operación a vida o muerte, hubo personas de la política y la abogacía que se dedicaron a acosarme. Él un policía de honor y servicio impecable. Con la bondad innata dispuesta siempre a atender al prójimo. Siempre que sabía de alguien que sufría le daba su mano, su ayuda, su arte poético: siempre al servicio de los demás. Mario, el hombre que daba buenos consejos, el hombre que acudía al Grupo Ángel Urrutia del Ateneo Navarro/Nafar Ateneoa con unas ganas tremendas de aprender y disfrutar de la Literatura. Mario, el amante del Camino de Santiago, que recorrió con ahínco y ternura. El peregrino incansable, el que llevaba cantidades ingentes de amor en la mochila hacia Santiago. Mario, que siempre miraba por los demás antes que por sí mismo, que era feliz haciendo felices a las gentes que pululábamos en torno a su vida o su obra literaria, ya fuéramos compañeros de Letras, o de trabajo. Enamorado de la vida, del Arte, y de su extraordinaria compañera Maite, hacía sentir el calor único e indescriptible que sólo puede dar un ser humano sin parangón. Un SER HUMANO, así con mayúsculas. Mario, el hombre de las Ideas, el hombre del Amor a los demás, el hombre de la Letras Solidarias. Mario, siempre, Mario. Espérame en el Cielo. Finisterre para ti es el paraíso de la Memoria. Te llevamos en el corazón.