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Se nos ha ido Pilar Quirosa-Cheyrouze

por ACESCRITORES

© F. MORALES LOMAS

El pasado 15 de enero fallecía en Madrid Pilar Quirosa-Cheyrouze, poeta y narradora y delegada de ACE Andalucía en Almería. Nacida en Tetuán (1956) y residente en la citada, Pilar nos ha dejado pero su poesía seguirá viva, residenciada en el corazón de todos los que la quisimos en vida y reconocimos su inmenso trabajo en pos de los demás, a quienes dedicó atención y continuos desvelos. Con ella no se va una escritora normal y corriente sino alguien que creía profundamente en la capacidad de la literatura para crear sinergias, para avanzar hacia mejores cotas.

Entre sus obras podemos citar los poemarios Orión (1990), Islas provisionales (1991), Arenal de silencios, Avenida Madrid (1993), Pactos con Eleusis (1994), Por acuerdo tácito (Ed. Tágilis, Tíjola, 1995), Deshabitadas estancias (Ed. Devenir, Madrid, 1997), El lenguaje de Hydra (Ed. Tágilis, Tíjola, 1998), Et signa erunt (2008), Estela Sur (2010) y Valle de Lanz (2014). Entre los libros de cuentos infantiles y juveniles: La vida en un nenúfar (1994), En el Planetario (1995),Bajo el cielo de Grisén (1996), La ciudad blanca (2000), El búho Crispín (2002), Lagartija canija y otros relatos (2005), A orillas del Zambeze, La Ciudad Blanca y El viaje de Edgar (2013). Y las novelas para adultos: Azul tristeza (2006), Tiempo de espigas (2012), Séptima Cornisa (2012), y del libro de relatos El Faro de Nerea (2009).

Su poesía siempre se ambientó en la realidad que nos circunda, en los sentimientos más cercanos y en la configuración de la memoria y los paisajes vividos. Pero también, como han destacado algunos de sus críticos, la preocupación por el tiempo fue un elemento esencial a lo largo de toda su trayectoria. Incluso existe en su lírica un tono elegíaco y melancólico que tiñe sus poemas de una suave rememoración por ese espacio transcurrido, si bien con una delicada presencia de la palabra que se va haciendo progresivamente una especie de castillo interior. Inmersa en la tradición clásica y buena lectora de esa lírica que llega desde el Renacimiento, supo adentrarse también con soltura en el paisaje de la naturaleza y ofrecer a través de un tono mesurado y contemplativo lo mejor que esta puede encerrar. Una síntesis entre esa búsqueda personal y ese adentramiento en un mundo circundante que posee ciertos visos a veces somnolientos y cuando no de zozobra o tribulación.

En ese recorrido vital y lírico igual podemos caer en profundas oquedades como habitar vértices e iluminaciones, todo en una solución de continuidad que es la vida misma. Pero toda esta conmemoración de la existencia no sería nada sin la pericia de la palabra, bien timbrada, suave… que entra en el lector con la profundidad de todo lo adquirido desde la reflexión y la sensibilidad, como si fuera “la eternidad del aire” lo que hemos encontrado. En esos momentos esta adquiere también el sentido de refugio en el que apartarse, donde amainar esta constante lucha que es el vivir y esperar sosegada en ese  valle de Lanz, como abrigo contra la desolación de la quimera (como diría Cernuda), porque en ese recorrido la poeta se halla ausente de certezas y la incertidumbre lo invade todo, con sus devaneos y oscuridades: “Un debate sin certezas”, dirá en alguno de sus versos.

Una lírica de profunda reciedumbre, escrita con la fuerza de la palabra y también desde un lugar del corazón, como diría el poema que aúna materias vividas pero también presentidas, ignotas y desconocidas, y donde se va construyendo una obra de extraña simbología a veces por los elementos insólitos al lector pero con una gran y ascendiente claridad: “El regalo de las palabras, / el nuevo sol y la nueva lluvia. / Te adeudo la vida, / antes de que anochezca».

Pero si por algo nos conmueve su obra es por su profunda humanidad y trasparencia. Por esa inmersión en la contemporaneidad de lo vivido haciéndolo presente y construyendo su universo propio, su propio sentido del mundo por cuyos meandros nos vamos adentrado en este valle simbólico que, en cierto modo, es un valle para todo el que aspira a un encuentro con la existencia.

Todos esos ingredientes los incorporó, en mayor o menor grado, a su narrativa, tanto a sus textos para niños y adolescentes, como a sus novelas para adultos, que participan de un aliento de fondo inspirado en los mismos materiales en que inspiró su poesía.

SU TRAYECTORIA ACADÉMICA Y PROFESIONAL

Pilar Quirosa-Cheyrouze fue licenciada en Historia Antigua por la Universidad de Granada y fue presidenta del Ateneo de Almería (1999-2003) y jefa del Departamento de Arte y Literatura del IEA (2001-2004). Formó parte de la directiva de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (AEEC) y del jurado del Premio Andalucía de la Crítica durante muchos años, y fue delegada en Almería de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (AEAE). Miembro del Consejo Editorial del IEA (jefa de Publicaciones Externas) y de la Asociación Colegial de Escritores (ACE).  Coordinó desde el año 2004 el Aula de Literatura del Ayuntamiento de Roquetas de Mar  por la que pasó lo más granado de la poesía y narrativa españolas contemporáneas. Colaboró también como docente en la Universidad de Mayores de Roquetas de Mar. Desde 1997 colaboró con el diario IDEAL, con artículos para la sección “Puerta Purchena”, y también en la sección de crítica literaria del suplemento cultural “Papel Literario”, del diario Málaga-Costa del Sol. Dirigió la sección de crítica literaria en la revista socio-cultural “Foco Sur”. y los cuadernos literarios “Papeles de Urs”, de ediciones Paralelo 37º, y los cuadernos de creación literaria “Almedina”, editados por la Asociación Andaluza Colectivo D. Tebeos. Por último entre sus muchos trabajos tuvo también la dirección de la revista “Turismo y Cultura. Almería y sus espacios naturales”, de la Asociación Cultural Recreativa del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar.

UN POEMA DE SU LIBRO ESTELA SUR (2010)

PARÉNTESIS

Cómo ver el ocaso de la luz
en esta tarde de marzo,
cuando se tiene la certeza
de que existe otra mirada.

Un camino de largo recorrido
para ver crecer la yedra
desde un nuevo fotograma
la misma sed contenida
en habitadas estancias.

En este intento

Otras horas, sí,
donde crezca el mensaje
a golpe de latido,
la rendija por donde escapen
los perfiles del sueño.

de rellenar huecos
y esperar, aclamada
entre paréntesis,
la celebración de la vida.
Aunque se resista a navegar
esa lágrima leve,
escorada en cada despedida,
dinamitando los vacíos del tiempo a los pies de esta Iglesia.

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