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Diego Medina Poveda: “En todas las mudanzas se nace y se resucita”

por ACESCRITORES
© MANUEL QUIROGA CLÉRIGO

Otra vez Andalucía. En la película Pan, amor y Andalucía, un comandante de la banda de música de Sorrento, Vittorio de Sica, viene a Sevilla y se enamora de Andalucía representada por Carmen Sevilla. Nuestro amigo José Luis Cano escribió: “¿Qué rumorosa espada adolescente,/de delfín andaluz, qué azul mirada…?”.

Andalucía aparece en la historia de la literatura española, y sobre todo de la poesía, como lugar donde la vida sencilla se convierte en permanente alegría y donde, como titula Diego Medina Poveda, “Todo cuanto es verdad” forma parte de la existencia cotidiana de sus gentes. De ahí la enorme nómina de poetas, mujeres y varones, que dedican sus afectos, intenciones y vivencias a cantar una geografía donde, dice Fernando Villalón, “La Noche dejó, olvidado, / un lucero, entre el celaje”. De todas formas el mundo abierto de la poesía supera geografías y sentimientos y al aplaudir a los ”poetas andaluces de ahora”, como escribió Rafael Alberti, estamos alabando el idioma de todos y sabiendo que, efectivamente, “todo cuanto es verdad” forma parte del entramado lírico de jóvenes y mayores.

Con su libro Medina obtuvo un accésit del Adonáis 2019 donde nos regala un paseo por Séneca y por los suspiros cotidianos de la filosofía y la realidad: “La musicalidad de su lenguaje celebratorio y a la vez crítico, en el que se funden la herencia barroca y los motivos cotidianos” son algunos de los motivos por los por los que el jurado confiesa haber galardonado a este autor nacido en Málaga en 1995, Licenciado en Filología Hispánica y Profesor de Español en la Universidad Rennes 2 en Francia, además de dirigir la Colección Monosabio del Ayuntamiento de su ciudad natal. Fue Becario de la Biblioteca Nacional de España.

“He optado por callarme, pero el eco / retumba tan sonoro en las paredes, / que creo que es mi pensamiento/la voz de su blancura”, escribe en el primer poema de la primer parte denominada “Mudanza” donde el mundo de las cercanías, de los despertares diarios, de la rutina teñida de alegría, nos permiten reconocer a un poeta decidido, vitalista y que, con cierto sosiego, transita por los desvanes propios para mostrar un universo hecho de minucias pero capaz de completar el misterio de la voluntad creadora. “En todas las mudanzas se nace y resucita, / cuántos recuerdos van a la basura, / nos llevan de la mano a otros momentos, / pero un impulso misterioso llega- / en un alarde estoico/o simplemente por desidia-/borrar las huellas de unos pasos firmes /q ue creemos perpetuos, pero nada / permanece…”. Son estos poemas largos, detenidos, rigurosos, escenas capaces de mostrar al ser humano en su propio rincón en los que, dice el jurado, Medina “reivindica un sentido más humano de la existencia”. Pero también el tiempo, la desazón de la plancha de plomo de la eternidad, el inmenso bagaje de todos los olvidos, el de la infancia, el minuto de cercanías, del padre, esas “píldoras de angustia necesaria para enfrentar la vida”. A veces, penetran en las páginas de este libro los retazos de la memoria para ocupar el ámbito poético, nombres perdurables, dígase Cavafis, Bauman, Fray Luis de León (“Los bienes más queridos y mayores se mudan”), Hesíodo, ”Ahora se ha fugado el tiempo”, los condicionantes de la angustia que puede aparecer en cualquier momento. “¿Tengo miedo, ¿por qué voy a negarlo?”, exclama el poeta ante una cuestión de aparecerte escasa importancia como es armar un mueble. Y es que nuestra limitada conciencia de seres racionales puede tropezar con alguna realidad poco diáfana. “El hombre es taciturno -escribía Félix Grande– y nace para ser desgraciado, perdido, sin nada que lo asiste”.​

El poeta se propone analizar nuestra incapacidad de ser felices, algo que, a primera vista, es  nuestra obligación. Y de ello hablan los poetas, por ejemplo, en “Geografía del abandono”, que tiene como referencia al uruguayo Mario Benedetti (“Mi geografía también ha cambiado. Eso es lo que se dice”). Y Medina, en esta parte nos dedica poemas más cortos, diluidos en un pensamiento más amplio, diseccionando las acciones del hombre de nuestro tiempo en (algunos) espacios de la desesperanza. Leamos el poema “Metempsicosis”, con Platón en la mirada, la “casa, vida, sueños, / aquel con alas de Prozac”, estos, podríamos añadir con la duda hipotecada por el dolor, el efecto invernadero, la polución o el virus de la globalización de ahora mismo. Avisa Medina “De comprar vengo un trozo de conciencia”, que, por supuesto, escasea en esos andurriales del planeta Tierra. Y, acto seguido, confiesa el autor de otros libros, como Urbana Bael, Las formas familiares, He visto la vida más humana, A pesar del frío, Mar de Iroise o del poema “Contrapecado” que consiguió el Premio Manuel Alcántara de Poesía 2018.  “Huir de uno mismo es un secreto a voces, / lo sabe todo el mundo: tu fatiga,/tu aliento que jadea a trompicones / o el grito anestesiado en el silencio / y que por miedo o prisa – ¡o es desidia? /como a un perro / lo abandonas desnudo a la intemperie/cosiéndole los labios”.

Siempre la poesía y es “hombre moderno en su relación con la sociedad en la que vive inmerso y en la que prima lo banal”, dice la nota sobre la poesía de Medina, en la contra solapa del libro, esa poesía vivaz, alerta ante las circunstancias anómalas, ante los tropiezos de la existencia. En las últimas estrofas del último poema de este libro, “Diario a bordo”. Escribe Diego Medina Poveda “Aquella voz ya no es mi voz ahora. / En esta latitud de página vacía / me miro en un cristal de vaho, / deconstruyo mi ser en esas gotas / que caen como escombros del mar y del lenguaje. / Perdido en los instantes transparentes, / en este punto absurdo del viaje, / se llama soledad la geografía”. Pero siempre retorna la alegría, el horizonte limpio, el alejamiento de los virus malignos, el amor, el mar de Andalucía, la vida sosegada. Así decía Rafael Alberti: Se apareció la vida una mañana….”.

Majadahonda, 12 de marzo de 2020, China comienza a vencer los contagios,

«TODO CUANTO ES VERDAD”, Poemario galardonado con un Accésit del Premio “ADONÁIS” 2019. (Ediciones Rialp, 2020)

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