© Manuel Rico
La Comisión Europea ha lanzado la primera edición del Día de los Autores Europeos, jornada que se celebra hoy, 27 de marzo. Es un paso importante en el reconocimiento del valor de la literatura en un continente tan diverso lingüísticamente como Europa y, de manera muy especial, de los autores, de las autoras. Se trata de vincular a las jóvenes generaciones con la lectura, de reivindicar la aportación de la literatura a la conformación de la conciencia colectiva, del decisivo papel del libro y de los escritores en la realidad cultural del Viejo Continente y, más allá, en la salud democrática de nuestras sociedades.
La presencia, hoy (promovida por la Asociación Colegial de Escritores), de autores literarios en institutos de secundaria de Madrid, al calor del llamamiento del European Writer’s Council, es una participación, seguramente limitada, en la primera edición de ese Día en un tiempo en el que la Inteligencia Artificial y el avance de las nuevas tecnologías de la información plantean retos inesperados a la creación escrita, a los derechos de autor y a vida literaria..También en el día de hoy se celebra el Día Mundial del Teatro, lo que no hace sino afirmar y extender la importancia de la citada decisión de la Comisión Europea.
Esas dos eventos de ámbito suprancional, obligan, más allá de lo anecdótico, a recapacitar sobre la relación del escritor con la sociedad y sobre la experiencia que vivimos en España. Lo señalo porque se celebran casi en paralelo con un hecho histórico (pronto podremos valorar hasta qué punto) como la firma, el pasado 23 de marzo, del acuerdo entre escritores, representados por ACE, y libreros (CEGAL) a favor de la transparencia en el conocimiento por los autores del proceso de venta de los libros, y porque coincide con la inauguración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española enla ciudad Cádiz. Si a ello añadimos que todo ello tiene como telón de fondo (no demasiado visible mediáticamente) el bloqueo de facto, en la Comisión de Cultura del Congreso, de la enmienda propuesta por «Seguir Creando» a la trasposición de la Directiva sobre Derechos de Autor en el mercado digital que garantizaría la percepción por los autores de “la parte adecuada de los ingresos que las editoriales de prensa perciban por el uso de sus publicaciones de prensa» por las plataformas digitales (léase Google entre otras), nos podemos dar cuenta de los grandes retos aún pendientes para los escritores en lengua española y en las otras lenguas cooficiales.
El Día de los Autores Europeos no solo se produce días después de la firma del acuerdo entre escritores (ACE) y libreros (CEGAL) a favor de la transparencia en la venta de los libros para sus autores, sino que coincide con la inauguración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española en Cádiz.
El Congreso de Cádiz es el segundo que se celebra en España. Y lo hace veintidos años después del que tuvo lugar en Valladolid en 2001. La ciudad andaluza sustituye a la peruana Arequipa por razones de índole política por todos conocidas. Cierto que esa circunstancia ha obligado a organizar el Congreso en un tiempo récord, algo entendible técnicamente pero que no justifica algunos vacíos. Entre ellos, la ausencia de participación, siquiera a título consultivo, de las entidades colectivas que representan a los autores y a las autoras españoles, sobre todo teniendo en cuenta la condición anfitriona de nuestro país y, sobre todo, que el lema del Congreso, «Lengua española, mestizaje e interculturalidad», remite a la flexibilidad, a la integración, al encuentro desde la diversidad y a la participación de organizaciones profesionales de creadores que trabajan con el idioma y por los derechos colectivos desde hace décadas.
Cierto que se han alzado algunas voces críticas resaltando la escasísima presencia, en la programación del Congreso, de escritores jóvenes, de las generaciones más recientes. Es un juicio que en buena medida comparto, pero mi reflexión va más allá en una jornada en que confluyen con su sesión inaugural el primer Día de los Autores Europeos y el Día Mundial del Teatro. Si parece evidente que sin la presencia de los escritores, colectivamente considerados, no es posible avanzar en el logro de viejas demandas como la compatibilidad de pensiones/derechos derivados de la propiedad intelectual, por ejemplo, o en la equiparación, en derechos y acceso a servicios colectivos, con los autores de los países más avanzados de la Unión Europea, no parece menos evidente la necesidad de promover la participación de las entidades que los representan en acontecimientos culturales organizados por las administraciones públicas y con recursos tambien públicos.
Se dirá que no es imprescindible esa participación. Evidente. Pero también lo es (y con más razones) que la consulta, la reflexión conjunta y la atención a criterios colectivos evita o limita considerablemente la discrecionalidad. En tiempos de diversidad cultural y literaria, de convivencia de corrientes y estéticas en todas las disciplinas y géneros, desde la poesía al teatro, y de creciente intersección entre la realidad analógica y una realidad digital que apunta a convertirse en un mundo paralelo, y con la Inteligencia Artificial amenazando un ecosistema cultural cuya esencia, su columna vertebral se alimenta del talento, la originalidad y la presencia humanística que aportan los autores y las autoras, esa cooperación me parece imprescindible. Celebremos el Día de los Autores Europeos y el Día Mundial del Teatro. Del mismo modo que hemos de compartir el deseo de que el IX Congreso Internacional de la Lengua Española que hoy se inicia en Cádiz sea un completo éxito. Pero no renunciemos a la mirada crítica ni nos dejernos llevar por hábitos establecidos a lo largo del tiempo que no siempre responden a las necesidades y exigencias de una realidad cultural en permanente renovación. Porque (hago mío el lema de ACE), sin autores no hay cultura.
El artículo de Manuel Rico en el diario digital Nueva Tribuna, aquí.