Raúl Guerra Garrido, el novelista que contribuyó a la renovación de la narrativa española con su Lectura insólita del capital, el escritor poliédrico que dedicó años a trabajar en la defensa de los derechos de los autores y que presidió en los años 80 la Asociación Colegial de Escritores, falleció ayer en San Sebastián. Publicamos a continuación un artículo/semblanza de uno de nuestros consejeros de la Junta Directiva. Descanse en paz.
© José Luis Esparcia
Todas las experiencias, por compartidas que sean, siempre tienen un rincón íntimo en el alma de sus protagonistas. Por ello, escribir simplemente sobre un escritor admirado está lejos del significado de escribir sobre un escritor amigo.
Raúl Fernández Garrido (Madrid, 1935-San Sebastián, 2022) fue la excelente persona que transfiguró en el no menos excelente escritor Raúl Guerra Garrido, acaparador de los premios más prestigiosos y del premio más deseado: el de los lectores.
Su entusiasmo por narrar, por dar testimonio, fue directamente proporcional a su entusiasmo por la vida, especialmente entre los suyos: familia y amigos; es por ello que salvó no pocos muros en lo personal y en lo profesional, demostrando que la sabiduría de las personas está en la defensa de la razón con razones defendibles. Así, a pesar de su dramática experiencia personal y familiar enfrentándose al terror de ETA cuando fue amenazado, nunca cejó en su honesta actividad literaria, que, iniciada como un gran ejemplo del realismo a final de los años 60, fue contagiándose de los tiempos que vivía y narrando con pasión y maestría las distintas épocas que transitó.
Desde Ni héroe ni nada, pasando por Cacereño, La fuga de un cerebro, Copenhague no existe, El año del wólfram, Lectura insólita del capital, La carta, La soledad del ángel de la guarda, y otras novelas, hasta Demolición, la herencia literaria de Guerra Garrido se ubica en una amplitud cualitativa nada fácil de conseguir y mantener. En 2010, en el número 117 de República de las letras, Raúl Guerra Garido escribía sobre Miguel Delibes: “Del Delibes narrador me encanta su capacidad para recrear personajes y ambientes…”. Era justo lo que él mismo conseguía a la perfección.
ACE debe a este escritor años de colaboración y el haber puesto su conciencia de compromiso a disposición de todos los escritores y escritoras sin distinción de procedencia o nivel. Fue su presidente durante varios años desde 1984. Su gran cualidad fue la expresión humanista que le distinguió entre los intolerantes. Su gran valor, el entusiasmo y la honradez ejemplar con la que escribió, dijo e hizo. ACE le recuerda como uno de sus más decisivos impulsores en los comienzos de la Asociación.