La piratería continúa siendo un problema para el sector cultural español y los autores y editores del mundo del libro no son ajenos a esta lacra. Así lo ha puesto de manifiesto el último Observatorio de la piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales.
En este informe se refleja que, a pesar de que en el último año hubo un mínimo descenso de la piratería en cifras absolutas (el 4,2 por ciento), lamentablemente, en el libro de ocio no se produjo esa bajada.
En este sector aumentó un 3,8 por ciento el lucro cesante provocado por la piratería y también creció el porcentaje de personas que accedieron a contenidos ilícitos, en concreto, en un 4,7 por ciento más. Otro dato importante que se refleja en el Observatorio y que afecta al libro es que casi la mitad de lo que se piratea son novedades.
¿Qué quiere decir esto? Pues básicamente que, aunque haya bajado tímidamente la cantidad de material pirateado -en el caso del libro no llega al uno por ciento- hay más gente que piratea libros y que el valor de las publicaciones pirateadas es mayor, posiblemente, por tratarse de novedades.
Lógicamente las consecuencias de este panorama son negativas. Además de las pérdidas económicas directas que sufren los autores y editores, las consecuencias que a medio y largo plazo ocasiona la piratería afectan a todo el conjunto de la sociedad. Debido al impacto económico que la piratería tiene, muchos proyectos editoriales no ven la luz, no se da oportunidad a los autores noveles ni a proyectos cuyo nicho de mercado es reducido, se arrinconan las traducciones y las inversiones en investigación y desarrollo del sector se reducen. En definitiva, se desincentiva la actividad creadora y editorial, lo que da lugar ineludiblemente a un empobrecimiento cultural de nuestro país.
Desde el Gobierno se anuncian iniciativas para crear una “generación antipiratería”. Sin duda, a este deseo se une CEDRO. Desde su experiencia, para conseguir cambiar el hábito de piratear productos culturales es necesario trabajar en tres líneas estratégicas.
En primer lugar es necesario mejorar las medidas legales y administrativas existentes (cuál es el fin de estas medidas) aunque es más necesario que las vigente hoy en día se implanten con eficiencia. En este área es importante la colaboración entre los titulares de derechos y las asociaciones que les representan, la Administración y las empresas que operan en internet, desde las de carácter tecnológico pasando por las compañías publicitarias hasta llegar a las anunciantes.
En segundo lugar hay que trabajar en un cambio en la percepción que tiene la sociedad sobre el valor de la creación cultural. Para ello es necesario informar y formar sobre los principios de los derechos de autor desde las escuelas.
Y, por último, la línea más importante en el que descansa la creación y consolidación de la “generación antipiratería” es el compromiso del propio Estado con la implantación de buenas prácticas en materia de propiedad intelectual en el ámbito público. Como en todo, el ejemplo es el mejor mecanismo para conseguir un objetivo.
Confiemos en que el próximo año los datos que arroje el Observatorio pongan de manifiesto una disminución importante de la piratería y que se hayan dado los primeros pasos para consolidar una sociedad más responsable con la cultura y sus creadores.
Fuente: www.queleer.com del mes de marzo.
Publicado el 13 de junio en el blog de CEDRO: www.cedro.org/prensa